Cuando hablamos de seguridad nacional no sólo es medir cuántos tanques, portaviones y submarinos tiene cada país. Ni tampoco cuántos elementos conforman sus ejércitos. Seguridad nacional es también determinar si se cuenta con los medios para alimentar esas tropas y para alimentar a la población del país.
“Toda sociedad está a 3 comidas del caos” dijo una vez Vladimir Lenin. En cualquier población pueden faltar muchas cosas: donde faltan medicinas se usan hierbas ancestrales, donde faltan casas, se construyen con barro; pero donde falta alimento, hay enfermedad, histeria y terror. El hambre no es opción y el Departamento de Seguridad Nacional (US Department of Home Land Security) lo sabe.
Gobiernos colapsan cuando su población no tiene que comer. En 1973 la hambruna mató a 300,000 personas en Etiopia y acabó con la monarquía. Se repitió la terrible historia en este país entre 1983 y 1985 cuando casi 1 millón de personas murieron por las mismas circunstancias.
¿Qué se necesita para tener seguridad alimentaria? Clima templado y suelo fértil; gente preparada y suficiente; seguridad y logística adecuada para transportar los alimentos. Y cuando esto no es posible en su totalidad, buscar los socios comerciales y proveedores indicados para estar supliendo la diferencia.
Estados Unidos es altamente dependiente de México en frutas y verduras. En 2022 importó de México $8,390 millones de dólares (y sólo le exportó a México $417 millones). Lo mismo con frutas, importó $7,990 millones de nuestro país es decir el 41% del total importado. Sin duda, somos un país de extrema importancia, al menos en frutas y verduras para Norteamérica.
China está consciente también de la importancia de los alimentos para su seguridad nacional. En 2009 el presidente Xi Jimping mencionó que la mayor contribución de China para la raza humana era prevenir que sus 1,300 millones de habitantes pasaran por hambre.
Uno de los retos de Estados Unidos para poder seguir manteniendo su seguridad alimentaria es la escasa disponibilidad de mano de obra. Cada vez dependen más de trabajadores de otros países, siendo México el principal proveedor del programa H2-A. Agravando, por cierto, los serios problemas de escases de mano de obra en México. Actualmente casi el 75% de los trabajadores del campo en EE. UU. no son americanos. Sólo el año pasado 2.5 millones hectáreas no se plantaron en sus campos por falta de mano de obra.
Otra variable que tienen en contra es el alto incremento en el valor de la tierra lo que ha incentivado que muchos agricultores vendan sus hectáreas y sean usadas con otros fines ajenos a la producción agrícola. De hecho, desde 1982, 12.5 millones de hectáreas cambiaron de ser agrícolas a otros propósitos. Y por supuesto, un factor que se ha acentuado tremendamente estos últimos años y ha jugado en contra de los productores en todo el mundo han sido los altos costos.
Necesitamos hacer algo ya. El crecimiento en la producción agrícola anual (1.51%) no se está dando al mismo paso que la demanda de la misma (1.76%); por lo que esto vendrá a suponer un reto mayúsculo para la seguridad alimentaria en el mundo. México está ahí, en la jugada. Se encuentra en el top 10 de los principales productores de alimentos del mundo; pero no puede distraerse. Hoy más que nunca se necesita una colaboración solida entre agricultores, gobierno y compradores no sólo para seguir siendo líderes en producción y exportación de alimentos; pero también para asegurar que cada Mexicano tenga siempre un plato de comida caliente en su mesa.
Por: Georgius Gotsis Fontes, Dir. de Veggies From México – CAADES