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EL MAÍZ, EL GRANO MÁS IMPORTANTE EN LA SEGURIDAD ALIMENTARIA DE MÉXICO

Reto para la segunda versión de la 4T

En positivo… ¡este País es de Maíz!

En el maíz está cimentada la nación, es nuestra cotidianidad, somos altamente dependiente de este grano en alimentación, cultura y tradiciones, por lo que, escribir sobre este grano, merece una alta responsabilidad, aún más hacer comentarios, propuestas, pero más que todo hacer recomendaciones de política pública desde el poder, sin considerar su importancia, la necesidad de producción y abasto para nuestro pueblo.   

La domesticación del maíz produjo el mayor cambio morfológico ocurrido en el universo de plantas domesticadas, su adaptación, con la intervención permanente de la mano del hombre en la selección y aplicación de tecnología que evolucionara en casi todos los climas, altitudes y latitudes del mundo. México es considerado uno de los grandes centros de origen de esta especie, que ha creado una gran diversidad de razas, identificándose hasta 320 en toda América Latina y 59 en México.

Esta extraordinaria diversidad del germoplasma constituye una reserva genética que fue esparcida en el mundo por los conquistadores, pues hoy es el grano que más se produce, consume y se comercializa en el planeta, en el año agrícola 2022 se sembraron 206 millones de hectáreas (mmh) y en 2023/2024, su producción fue de mil 240 millones de toneladas (ONU/FAO).   

El maíz ha sido un agente civilizador para México por la gran diversidad de tecnologías agrícolas, usos y fenómenos culturales que se han desarrollado en cada región del país alrededor de este grano.

Hay un aprovechamiento integral y pleno de todas las partes de la planta, incluso contribuye en las costumbres, creencias, cultura prehispánica y moderna. Se ha desarrollo un sinfín de tecnologías para su cultivo, procesamiento y transformación, ha sido factor de organización social del trabajo en el campo; precursor de movimientos de defensa social, estratégico en los conflictos de la conquista, independencia y revolución entre otros muchos, todos aspectos de importancia vital para el desarrollo, evolución y cultura nacional, destaca que, en 2010, la cocina tradicional mexicana basada en maíz, fuera considerada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO.

El maíz, un producto especial para los mexicanos, como el arroz en Japón

El maíz en México ha sido considerado un cultivo divino, alrededor de él se siguen realizando rituales ancestrales.

Un ejemplo es la región huasteca que comprende al menos seis estados de la República mexicana en la que habitan nahuas, otomíes, pames, totonacos, huastecos y tepehuas. En esta zona la ceremonia del maíz se conoce como “Tlamanes”, que en náhuatl significa agradecimiento, se realiza a la llegada de las lluvias abril-mayo en la siembra y en cosecha octubre-noviembre (Artes de México, Rituales de Maíz Nº 78).

En esta consideración está el arroz en Japón, el poder que le confieren a este cereal y sus múltiples usos hacen que el arroz sea un alimento fundamental en su civilización, al igual que en México el maíz, en la plantación de arroz es motivo de rituales tradicionales, el “otaue” que significa festival de la siembra de arroz (http://www.unmissablejapan.com/).

El gobierno japonés desde finales de la década de los 1960, apoyado la producción de arroz, la cual está estrictamente regulada y generosamente financiada. Este se vende y consume casi en su totalidad en el mercado interno, como nuestros maíces blanco y nativo.

En México en los últimos años, solo en el discurso es importante el maíz, los hechos son contrarios a las palabras.

Es lamentable el deterioro de nuestra producción nacional de granos y del maíz particularmente, pero cuestionable nuestra dependencia del maíz importado y de otros granos, pero aún más que hoy el campo no sea prioridad -como lo comentamos en mi anterior artículo- “el desmantelamiento de las instituciones …y las que quedan viven en la inmovilidad  y el estrangulamiento presupuestal” la desaparición de las instituciones ha institucionalizado una especie de normalización del abandono, la pobreza, emigración e inseguridad en el campo.

El escenario futuro del maíz está determinado y condicionado por los riegos inherentes de la agricultura, factores como una creciente población  consumidora, las plagas y enfermedades, el cambio climático con sequías, los eventos catastróficos, la volatilidad de los precios internacionales, los elevados costos de producción, la dependencia de las importaciones, la resistencia a la adopción de la biotecnología, las políticas públicas de programas y financiamiento gubernamentales que excluyen a los productores medianos y grandes que producen excedentes.

El desempeño de la producción y los rendimientos del maíz en México, tienen como reto prioritario el abasto de maíz blanco para consumo humano para136 millones 587 mil 978 habitantes (Reloj de población de México) y del maíz amarillo para el sector pecuario y la industria de derivados alimenticos y químicos del maíz, las cuales determinan nuestra demanda de este grano, estimada en 46.6 millones de toneladas (mmdt) y de las cuales apenas producimos 26 millones 542 mil toneladas en 2023, pero importamos 19.7 millones de toneladas para complementar nuestro consumo.

Estimaciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), México se convertirá en el segundo mayor importador de maíz del mundo en el ciclo que termina el 30 de septiembre de 2024, importaremos 22.5 millones de toneladas, alcanzaremos un poco menos del 50% de dependencia alimentaria de las importaciones, muy lejos del estándar internacional de 75 % necesario para ser autosuficientes.

¿Qué escuchamos de los voceros del nuevo Gobierno?

En el discurso sobre política pública para el sector agropecuario, siguen aspirando a la autosuficiencia y soberanía alimentarias, y en particular del maíz.

Confirman que seguiremos sin usar biotecnología OGM en la siembra de maíces, seguirán excluyendo a los productores con excedentes comercializables de los programas federales de fomento, seguro catastrófico y agrícola, financiamiento, comercialización y fertilizantes.

Sin los productores de las grandes regiones graneleras del país en el noroeste, noreste, bajío y occidente, difícilmente revertiremos la tendencia a la baja de la superficie cosechada, rendimientos y producción, aún más complicado sin el uso de las tecnologías agrícolas que elevan la eficiencia y productividad.

Aunado a estas restricciones, la baja en los precios de los granos a nivel global y los efectos del cambio climático, muchos productores están por abandonar estos cultivos sin rentabilidad como ya está sucediendo en el bajío y en noroeste, donde a la falta de apoyos se une el tema de inseguridad provocado por el crimen organizado. Para muestra algunos datos.

En un análisis básico del período 2007 al 2022 -recordemos que 2007 fue el último año de aplicación de aranceles y cuotas para la importación en maíz- comparado con las últimas estadísticas del censo 2022, se concluye que la tan deseada autosuficiencia del maíz deberá esperar un muy largo tiempo o quizás nunca llegará.

Se presume que somos autosuficientes en maíz blanco, las estadísticas de este período de 17 años demuestran que vamos en retroceso, la superficie cosechada disminuyó en un millón 2 mil 622 has un 14%, pero en el período de la 4T de 2018 al 2023 se redujo en 382 mil has. o sea, un 38.5 %; aunque los rendimientos y la producción aumentaron en estos 17 años un 7.6% y 6% respectivamente, bajo esta tendencia son insuficientes estos incrementos para lograr lo que se pregona en el discurso.

Consideramos que la política agropecuaria no debe ser excluyente y discriminatoria, hoy los grandes, medianos y pequeños se enfrentan a los mismos riesgos climáticos, catastróficos, financieros y de mercado que deben atenderse, eso sí con criterios diferenciados en el porcentaje de apoyo como ya ha ocurrido.

Es necesario retomar como eje conductor el desarrollo económico, social y ambiental de largo plazo, para ello, debe contar con un presupuesto balanceado entre pagos directos y apoyos gubernamentales para el fomento de la productividad agrícola, pero será insuficiente en el largo plazo la política agrícola de no acompañarse del componente de desarrollo rural que genere ingresos y empleos agropecuarios y no agropecuarios a los productores para completar un ingreso familiar, suficiente para un nivel satisfactorio de bienestar.

La condición sine qua non para el país es el paraguas de la seguridad y la certeza jurídica.

Difícil reto para el nuevo Gobierno, que no se olvide, que ¡este país…es de maíz!

Por Héctor Carlos Salazar Arriaga

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