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LA CALIDAD EN LAS APLICACIONES DE PRODUCTOS FITOSANITARIOS

En la actualidad un gran porcentaje de las aplicaciones de soluciones fitosanitarios se realizan mediante boquillas hidráulicas de aspersión en equipos terrestres o aéreos y este método de aplicación de los herbicidas, insecticidas y fungicidas ha tenido una gran contribución en la alimentación de todo el mundo durante los últimos 50 años.

Esta tecnología es una herramienta fundamental en la protección vegetal por lo que cada día deberemos de esforzarnos en tener un uso más racional de las aplicaciones agrícolas, cuidando sobre todo la calidad de la aplicación, la salud de todos los que intervienen en la cadena de control fitosanitario y en el cuidado del medio ambiente.

Desde hace varios años se han hecho evaluaciones de la calidad de las aplicaciones agrícolas en diferentes partes del mundo y se ha podido comprobar que en una gran cantidad de ellas están fuera de norma. Esta problemática se observa con mayor énfasis en los países en desarrollo, sin embargo, en los países como Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, España y la mayoría de los países desarrollados, el problema sigue siendo importante, calculándose en algunas regiones superior a un 40% lo que resulta en pérdidas económicas de los agricultores.

Además de problemas en la calidad, cantidad y rentabilidad de sus cultivos, una mala aplicación puede provocar una sobredosificación o subdosificacíon con los consecuentes problemas de resistencia y niveles no aceptables de los límites máximos de residuos, lo que se traduce en afectar considerablemente la vida útil de los productos fitosanitarios y rechazos en las exportaciones.

Por todas estas razones, es muy importante concientizar a todas las personas involucradas directa e indirectamente en lograr la mejor calidad de las aplicaciones, con lo cual se reducirán en forma exponencial muchos de estos problemas de control ocasionados por una mala calibración de los equipos. 

La calibración de los equipos aéreos y terrestres consiste en colocar la cantidad de producto exacto en la unidad de superficie (hectárea), distribuyendo uniformemente las gotas de aspersión en el objetivo (suelo o cultivo), y esto se logra mediante el uso de las boquillas adecuadas para cada caso, teniendo por lo general el uso de boquillas de abanico plano para herbicidas, las de cono hueco y cono lleno para insecticidas y fungicidas, con lo  cual se logra una cobertura uniforme.

La cobertura se puede definir como el número de gotas por centímetro cuadrado que emite una boquilla. Consiste en la distribución uniforme de estas gotas junto con la sustancia activa sobre el objetivo.

En varias partes del mundo durante más de 50 años se han realizado trabajos experimentales para evaluar la cobertura mínima, los resultados con diferentes tamaños de gotas, volúmenes de aplicación, momento oportuno para tener efectividad biológica. Estos trabajos se reportan en la NORMA INTERNACIONAL  S-572-ASAE.

Las gotas desde que salen de las boquillas de aplicación hasta el objetivo, tienen diferentes comportamientos que dependen básicamente de su tamaño, su número y su composición química, esa gran cantidad de gotas está formada por gotas de diferentes tamaños y cada una de ellas dependiendo de sus características tiene un comportamiento muy diferente en su trayectoria hacia el objetivo de la aplicación, ya que la mitad son gotas pequeñas y la otra mitad son grandes.

Son fuertemente afectadas por la temperatura durante la aplicación, el viento y la humedad relativa, el tamaño promedio de las gotas; en esa distribución se conoce como diámetro volumétrico medio, y se mide en micras, este valor es muy importante ya que el flujo de todas las boquillas para su clasificación en cuanto al espectro de gotas que emite se determina por el diámetro volumétrico medio (DVM) señalado por el fabricante de las boquillas a la presión recomendada.

Las condiciones ambientales, como temperatura, humedad relativa, velocidad del viento van a afectar tanto a las gotas pequeñas como a las grandes que conforman el espectro y estas condiciones ambientales son esenciales para el éxito de la aplicación.  El conocimiento del Diámetro Volumétrico Medio, el arrastre, la evaporación y todos los factores que afectan la cobertura, nos dan la pauta para no realizar aplicaciones de productos fitosanitarios con temperaturas por encima de 32oC, humedades relativas por debajo del 60% y velocidades del viento superiores a 8 Km/hora.

Es importante señalar que, a mayor cobertura sobre el blanco, la oportunidad de éxito será mayor. La cobertura que se produce está relacionada directamente con el tamaño de la gota. A menor tamaño de gota, mayor es la cobertura que se produce con un volumen determinado y viceversa.

Cuando se requiere penetración, el uso de gota mediana o grande no nos ayuda, por tener mayor velocidad de caída las cuales se depositarán en el suelo, por lo tanto, cuando se tienen ácaros, mosca blanca, paratriozas, pulgones, chicharritas, royas, manchas foliares, etc., que por su comportamiento se encuentran muchas de las veces en el envés de las hojas, es mejor la utilización de la gota pequeña, cuidando siempre no tener arrastre o evaporación para tener una cobertura adecuada.

En la práctica, en la mayoría de las aplicaciones fitosanitarias no se tiene la misma cantidad de producto en el haz y en el envés.  Por lo tanto, es muy importante antes de realizar aplicaciones fitosanitarias comerciales en grandes superficies, realizar las evaluaciones de cobertura que garantice el mínimo de gotas por cm2 cambiando las boquillas, el volumen de aplicación y el ángulo de ataque en el caso de las aplicaciones aéreas.

Uno de los parámetros fundamentales que determinan la calidad de la aplicación es la distribución uniforme de las gotas (Coeficiente de Variación), es decir, tratar de obtener la menor dispersión con relación al promedio. El coeficiente de variación es el valor que nos indica la uniformidad de las gotas en una aplicación fitosanitaria y estadísticamente nos demuestra la calidad de la distribución. Los parámetros del Coeficiente de variación (CV) que se han calculado durante muchos años como aceptables a nivel mundial son los siguientes. (Crop production Pflanzenschutz Leverkusen 1998.).

Un valor de CV = 0 Significa que, en todos los puntos de observación en el lote, hay igual cantidad de producto, expresado normalmente como número de gotas por cm². En consecuencia, a medida que el CV se acerque a 0 es mejor. Esta evaluación cuantitativa nos permite conocer si la cobertura es adecuada o tiene problemas. Es por esta razón que se deberá calcular el coeficiente de variación al iniciar las aplicaciones agrícolas en nuestros campos de cultivo.

Como podemos observar en la calibración de los equipos no solo es importante colocar el volumen de aspersión en la hectárea sino, es muy importante la distribución del activo en el cultivo y que su distribución sea uniforme.

Por esta razón, en la calibración primero es la elección del tamaño de gota y tipo de boquilla de acuerdo con el problema fitosanitario; calcular la distribución adecuada con el volumen de agua óptimo en la aplicación de acuerdo al fabricante, si la diferencia entre la tasa deseada y la observada fuera menor a 10%, la forma más sencilla de ajuste seria modificar la presión.

Un ajuste de la tasa de aplicación en un 10% implica una variación máxima de presión del 21% y en el DMV menor al 5%. De cualquier manera, debe observarse que dicha modificación se encuentre dentro del rango recomendado de uso, según las tablas del fabricante de las boquillas.  Si la tasa fuera un 10% mayor a la deseada, también puede ajustarse mediante la reducción del régimen del motor, lo que modificará la velocidad de avance. En este caso se debe considerar que esta reducción no comprometa el caudal que la bomba destina a las boquillas y al retorno.  Si la diferencia entre la tasa deseada y la observada superara el 20%, la mejor manera de ajuste sería el cambio de boquilla por otra de caudal adecuado.

Por: Ing. José Callejas Moreno, Capacitador ITDRA Agricultura Nacional.      

Bibliografía

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Edit. Le Carrousel. 260 p.

Berenbaum, M. 1998. Bugs in the System. Insects and Their Impact on Human Affairs.

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Carson, R. 1994. Silent Spring. Ed Houghton Mifflin Company. 368 p. Cramer, H. 1967. Plant Protection and Word Crop Production. Bayer Pflanzenschutz Leverkusen. 524 p.

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